La Economía Azul es un modelo innovador de desarrollo económico basado en la durabilidad, la renovabilidad y la reutilización, que pretende revolucionar nuestras actividades productivas y eliminar todas las emisiones contaminantes.
Los océanos, lagos, mares y ríos representan un patrimonio extraordinario para toda la humanidad. Sin embargo, por desgracia, se están convirtiendo en un enorme vertedero al aire libre: botellas, bolsas, envases y otros residuos han formado auténticas “islas de plástico” que amenazan con asfixiar la vida en los medios acuáticos.
Según el PNUMA (2024), cada año alrededor de 11 millones de toneladas de plástico acaban en el mar, lo cual tiene un impacto gravísimo sobre la biodiversidad marina.
Ha llegado el momento de cambiar nuestros modelos de comportamiento: combatir la contaminación ambiental y abandonar los esquemas económicos tradicionales parecen ser las únicas soluciones para mitigar el riesgo. ¿Cuáles son las soluciones? Un modelo empresarial innovador basado en la recuperación y reincorporación de materias primas y residuos en el circuito productivo. Este nuevo modelo económico se denomina «economía azul» y está destinado a revolucionar nuestras actividades productivas.
¿Qué es la economía azul?
Fue el economista belga Gunter Pauli quien habló por primera vez de la economía azul. Lo hizo partiendo de un concepto muy sencillo inspirado en la biomímesis: el estudio del funcionamiento de la naturaleza, donde nada se desperdicia y todo se reutiliza en un proceso que transforma los desechos en materias primas. ¿Cómo? Encontrar nuevas técnicas de producción y mejorar las ya existentes.
Pongamos un ejemplo. Cuando bebemos una taza de café ingerimos únicamente el 0,2 % de la biomasa cosechada por el agricultor. El resto, el 99,8 %, se tira. Pero no es material de desecho. Hay muchas realidades en el mundo que aprovecharían estos residuos, por ejemplo, para cultivar otros alimentos. Este es el concepto de la economía azul: hacer más con aquello que tenemos.
La economía azul es un modelo de negocio sostenible, es decir, que genera un impacto positivo a largo plazo sobre la salud de nuestros océanos especialmente. En términos más generales, engloba todas las actividades económicas relacionadas con el mar, la costa y los fondos marinos –como la pesca y el transporte marítimo– con el objetivo de revolucionarlas.
Asimismo, en los últimos años se han consolidado sectores emergentes como la energía de las olas, la energía eólica marina, la producción de hidrógeno verde a partir de fuentes marinas y el cultivo de algas con fines alimentarios e industriales (Fuente – EU Blue Economy Report 2025).
El mar: del “recurso” al “valor”
La economía azul propone nuevas soluciones para las actividades relacionadas con los océanos: la pesca, la acuicultura, la industria agroalimentaria, la construcción naval y los servicios relacionados con la náutica, el turismo costero y la minería. A esto se suman hoy los servicios ecosistémicos marinos, como la regulación climática y la protección de las costas, cuyo valor económico estimado en Europa asciende a miles de millones de euros cada año.
Un potencial enorme, para el cual la Comisión Europea tiene la intención de destinar 6,14 mil millones de euros en el presupuesto de la UE 2021-2027. El proyecto consiste en la creación de un fondo que permitirá invertir en nuevos mercados, tecnologías y servicios marítimos, como la energía oceánica y la biotecnología marina, con el objetivo de:
- aumentar la oferta de puestos de trabajo de alto valor, pasando de los 5,4 millones actuales a los 7 millones previstos para 2030;
- reducir las emisiones de carbono;
- revitalizar los sectores tradicionales de la economía e identificar nuevos sectores emergentes;
- garantizar que los ecosistemas marinos se conserven sanos y protegidos.
La economía azul como evolución de la economía verde
A diferencia de la economía verde, la economía azul no exige a las empresas que inviertan más para salvar el planeta.
La economía verde prevé una reducción de los materiales contaminantes y un mayor uso de los recursos por parte de las empresas. La economía azul, por el contrario, tiene como objetivo producir cero residuos peligrosos para nuestro planeta y generar mayores beneficios con una menor inversión de capital. El pensamiento azul es un enfoque que busca favorecer el crecimiento económico, pero con un menor uso de capital. Todo ello gracias a las innovaciones tecnológicas y a la transformación de sustancias previamente desperdiciadas en mercancías rentables.
Además, la economía azul favorece la transición energética gracias a la adopción de soluciones como el solar flotante, la desalinización y la electrificación portuaria. La EU Offshore Renewable Energy Strategy prevé un aumento de la capacidad instalada de 12 GW a 300 GW para 2050.
Las oportunidades de la economía azul
En su informe anual, la Comisión Europea se comprometió a medir las tendencias, el rendimiento y los avances de la economía azul y a supervisarlos sistemáticamente. ¿Qué ha descubierto? Básicamente, que la economía azul en Europa representa una inversión valiosa tanto a corto como a largo plazo y a varios niveles:
Económico: ya que cubrirá el 90 % del comercio exterior de la UE y el 40 % del comercio interior de la Unión Europea.
Social: potenciará la oferta de puestos de trabajo de alto valor relacionados con el mundo marino y marítimo, pasando de los 4,9 millones actuales (263 000 millones de euros de valor añadido al PIB europeo) a los 7,5 millones estimados para 2030 (650 000 millones de euros de facturación anual).
Medioambiental: se reducirán las emisiones de carbono gracias al fomento del crecimiento sostenible a largo plazo y al refuerzo de la protección del mar, la tierra y el agua dulce, que de otro modo se convertirían en poco tiempo en recursos cada vez más escasos y costosos.
Según el Banco Europeo de Inversiones, la financiación azul será uno de los motores clave del crecimiento verde, atrayendo fondos privados a proyectos marítimos sostenibles, como puertos con cero emisiones, buques eléctricos y astilleros circulares.
La seguridad alimentaria y la biodiversidad bajo presión
La protección de los océanos está estrechamente relacionada con la disponibilidad de recursos alimentarios y la conservación de la biodiversidad marina. Los ecosistemas oceánicos proporcionan alimento a miles de millones de personas y albergan una parte significativa de las especies vivas del planeta. Su degradación, causada por la contaminación, la pesca excesiva y el calentamiento de las aguas, pone en riesgo tanto la capacidad de los océanos para sostener la producción alimentaria como el equilibrio de los hábitats naturales de los que depende la diversidad de las formas de vida marina.
Según el informe State of World Fisheries and Aquaculture 2024 de la FAO, 3,2 mil millones de personas en todo el mundo dependen directamente del pescado como fuente principal de proteínas animales. Los productos pesqueros representan el 17 % de las proteínas animales consumidas en el mundo, con porcentajes mucho más altos en algunas regiones de Asia y África. El informe Living Planet Report 2024 publicado por WWF documenta una reducción media del 73 % de las poblaciones de vertebrados marinos en los últimos cincuenta años. La contaminación, la sobreexplotación de los recursos y el aumento de la temperatura de los océanos son las principales causas de una degradación que afecta no solo al equilibrio ecológico, sino también a las cadenas de suministro alimentario.
No solo se ve comprometida la variedad biológica, sino también la capacidad de los ecosistemas para regenerarse y mantener funciones esenciales. Los datos de la FAO indican que el 35,4 % de los recursos pesqueros globales está actualmente explotado por encima de los niveles sostenibles, una proporción que se ha más que duplicado en comparación con 1974, cuando era del 10 %. El Mediterráneo es una de las zonas más críticas: aquí más del 60 % de las poblaciones está sobreexplotada. Si no se adoptan medidas eficaces, las consecuencias serán irreparables no solo para el medioambiente, sino también para el empleo y la seguridad alimentaria de grandes sectores de la población.
Composición del plástico en los océanos por zona geográfica
- Océano Pacífico
→ 46 % del plástico total
→ Principales residuos: botellas, redes de pesca - Océano Atlántico
→ 24 % del plástico total
→ Principales residuos: microplásticos, bolsas - Océano Índico
→ 15 % del plástico total
→ Principales residuos: envases, fragmentos - Océano Ártico
→ 8 % del plástico total
→ Principales residuos: microplásticos - Océano Antártico
→ 7 % del plástico total
→ Principales residuos: redes abandonadas